Un encuentro inesperado entre la literatura y la naturaleza

La fusión de la lectura y la naturaleza: un encuentro inesperado

Por InfoArticulos

Martes 15 de Abril de 2025 - 21:48

Un encuentro inesperado entre la literatura y la naturaleza. Foto: Redacción InfoArticulosUn encuentro inesperado entre la literatura y la naturaleza. Foto: Redacción InfoArticulos

A veces ocurre que, en ciertos días de invierno, la bruma matinal hace de las suyas, encapsula las flores de la chilca de olor (o doctorcito, o mariposera) y logra el gran sortilegio: las plantas parecen nevadas.

Así lo cuenta Cecilia Perkins, y los ojos le brillan de tal manera que me parece que lo estoy viendo: el silencio del amanecer en el campo bonaerense, la luz de los días de frío, el calor de las mantas y, a través de la ventana de la habitación, los cristalitos de una nieve que se sabe imposible, pero que ahí está, brillando sobre los matorrales de chilca y abrazando los momentos previos al mate, el sacudirse la modorra, la certeza de que en un rincón de Zapiola, partido de Lobos, se encontró el paraíso.

Precisamente El Paraíso se llama la casa donde Cecilia y su esposo, Juan Pablo Correa, se establecieron desde hace unos años. Ambos muy lectores, ambos muy sociables y los dos lanzados a un proyecto que, incluso a urbanitas cerradas como quien esto escribe, hace pensar que no estaría tan mal dejar de lado tanto ruido y tanto cemento y sumergirse en la naturaleza.

En El Paraíso hay libros –muchos, legado de toda una vida de lecturas y compulsión por comprar tal título, tal edición, tal rareza–, hay animales –varias perras y gatas locales, algunos que otro que pasa de visitante– y plantas, nativas o no, que las manos, el trabajo y el amor de Cecilia van nutriendo, agrupando en jardincitos criollos que brotan aquí y allá, como al descuido. Pero que están muy tenazmente cuidados.

“La vitalidad de la tierra me genera un sentimiento de veneración, no como un Dios lejano sino una preciosa hermandad”, dice Cecilia, quien seguramente está detrás de unos cuantos libros de botánica que asoman en los estantes de la Librería Mastronardi.

Cecilia cuenta que en la jardinería encontró un modo de expresarse; lo suyo es intuición, observación, paciencia y muchas horas de manos metidas en la tierra. Cita a San Agustín, que atribuyó a las plantas “la necesidad que los hombres las contemplen, como si gracias a un conocimiento de su ser al que el amor guía, ellas experimentarían algo parecido a la redención”. Perkins confirma: “el jardín es un lugar de redención, donde damos lo más valioso que tenemos: el amor y el tiempo”.

Libros, plantas, tiempo. El silencio hondo de un anochecer en el campo. Brújulas posibles en medio de tanta borrasca.