Las últimas elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires despiertan dudas sobre la efectividad del sistema político y la influencia de los partidos en la toma de decisiones.
Por InfoArticulos
Martes 27 de Mayo de 2025 - 03:17
Reformas políticas desde una perspectiva liberal. Foto: Redacción InfoArticulos
Una lectura rápida y desapasionada del resultado de las elecciones en la ciudad de Buenos Aires, celebradas el 18 de mayo, podría llevarnos a conclusiones interesantes para repensar desafíos al sistema político y a la partidocracia actual desde el liberalismo.
En primer lugar, la alta abstención de participación electoral (votó el 53% del padrón) podría responder al distanciamiento de la realidad del ciudadano y el partido que gobierna la ciudad hace 18 años: el Pro se ha desconectado de los problemas cotidianos de la gente. Esto genera rechazo y desinterés por participar en un sistema que no los representa.
En esta elección estaban en juego solamente 30 cargos a legisladores, dada la renovación parcial de la Legislatura y la nacionalización de la elección contribuyeron pero no explican la alta abstención: ¿hay una relación entre la abstención y el exceso de cargos legislativos? Posiblemente.
Pero este artículo no versa sobre (a todas luces) el inevitable rediseño institucional de la ciudad, sino sobre su forma de elegirlos: la persistencia de la lista cerrada y bloqueada en la ciudad es una herramienta que beneficia a los partidos pero que subestima al elector, y el elector está cansado de que lo subestimen.
Una lista abierta y desbloqueada (elijo a quien quiero de las opciones que me presenten los partidos) compromete al ciudadano con su voto, restándole poder al partido. El sistema de boleta sábanas, con múltiples categorías y listas kilométricas, puede ser confuso y engorroso.
Además, fomenta el voto a la lista completa en lugar de la elección de individuos por sus méritos, lo que desincentiva la investigación de los candidatos. En las listas de la ciudad corría el comentario en boca de muchos “después de fulano, es un tren fantasma”. En esta línea, desbloquear las listas sería el primer paso de un conjunto de reformas políticas que deberíamos discutir en clave a mejorar la relación representante-representado y la rendición de cuentas.
En clave liberal, una reforma de cómo votamos no se resuelve con una boleta única o electrónica, sino dando mayor libertad de elección al ciudadano. El liberalismo convierte al individuo en ciudadano. Esa es la reforma pendiente de nuestro sistema electoral, una reforma que le dé mayor poder al individuo para que pueda elegir su mejor combinación de candidatos.
Hoy la ciudad podría discutir una reforma de este tipo (como lo ha implementado Brasil) o un sistema de circunscripciones uni o binomiales, pero lo cierto es que el sistema tal como está diseñado responde a una lógica que al ciudadano del siglo XXI le causa cada vez mayor rechazo.
La respuesta no sería forzar o reforzar la participación, sino crear un sistema donde el voto sea una elección valiosa y donde la política demuestre ser un camino efectivo para la libertad y la prosperidad, con menos intromisión estatal y más responsabilidad individual.