La corrupción política en pleno apogeo en nuestro país

La corrupción política en la Argentina: un problema persistente

Por InfoArticulos

Viernes 23 de Mayo de 2025 - 04:04

La corrupción política en pleno apogeo en nuestro país. Foto: Redacción InfoArticulosLa corrupción política en pleno apogeo en nuestro país. Foto: Redacción InfoArticulos

La novela 'El gatopardismo' es un fenómeno que se extiende más allá del ámbito político. En la Argentina, existen innumerables casos de gatopardismo, donde las personas cambian de partido o posición para mantener el statu quo y defender sus intereses corporativos.

El peronismo es un movimiento gatopardista por excelencia, donde los dirigentes conservan sus posiciones de privilegio y riqueza mientras embaucan a sus seguidores. La candidatura presidencial de Alberto Fernández fue una muestra acabada de gatopardismo esencial.

En las fuerzas no peronistas también abundan ejemplos de gatopardismo. El Partido Comunista apoyó a Videla, la Ucedé de Alsogaray terminó cooptada por Menem y el Frente Renovador de Sergio Massa fue opositor y aliado del kirchnerismo con total tranquilidad de espíritu.

Si habláramos de figuras políticas, sería interminable la lista de quienes cambiaron de partido a lo largo de su trayectoria. Y en algunos casos, más de una vez. Cambiaron, pero nada cambió.

El gatopardismo también existe fuera del ámbito de la política. Los sindicalistas peronistas han estado aferrados al poder durante varias décadas y los empresarios se adaptan a las circunstancias para sobrevivir en la enmarañada selva de la política argentina.

Hoy se está haciendo un intento de cambio genuino, con enormes dificultades, errores no forzados y un extremismo discursivo poco conducente. Frente a esa propuesta, el gatopardismo se manifiesta con intensidad en las fuerzas opositoras al Gobierno, quienes una vez más proclaman que defienden los intereses del pueblo frente a los cambios propuestos.

La sociedad argentina ha aprendido la lección a fuerza de sufrir en carne propia las falacias de esos falsos profetas. Y no olvida que la mayoría de ellos son responsables de la estrepitosa decadencia a la que arribamos en diciembre de 2023.

En el fondo, una vez más agitan sus consignas pseudorrevolucionarias porque solo buscan que nada cambie. Son los hijos dilectos del príncipe de Salina, cuya dinastía impensadamente se estableció en nuestro suelo.