La victoria de El Rojo en el torneo continental abre camino hacia la siguiente fase del Apertura, donde aspira a alcanzar los octavos de final.
Por InfoArticulos
Miércoles 7 de Mayo de 2025 - 03:15
Independiente se recupera con un gran triunfo: cinco goles le bastaron a los visitantes para vencer a Boston River y aliviar el malestar en la Copa Sudamericana. Foto: Redacción InfoArticulos
El Independiente encarriló su participación en la Copa Sudamericana con una goleada inesperada. Fue 5 a 1 ante Boston River después de arrancar perdiendo, y podrían haber sido más, porque desperdiciaron no menos de media docena de ocasiones claras, a favor de la permeabilidad defensiva del local y la noche inspirada de los delanteros visitantes.
En la primera acción de la segunda mitad, el Rojo vestido de blanco sacó la pelota jugada desde el fondo, llevándola de un pie a otro y de una banda a la opuesta, con algún taco lujoso. El resto de los tantos se los apuntaron los otros integrantes del ataque: Millán, Tarzia y Santiago Hidalgo.
En una situación como la que enfrentaba Independiente, y más allá del apoyo incondicional del hincha -en el Centenario solo se escucharon los gritos y cantos de la gente de Independiente, incluso a pesar de que muchos se quedaron sin poder ingresar debido a problemas logísticos en la compra de entradas-, nada suele ser peor que recibir un gol en frío, que fue justo lo que le ocurrió al equipo de Julio Vaccari.
Diego Tarzia festejó su tanto, el tercero de Independiente en la noche uruguaya. Se estaba desperezando el encuentro cuando a partir de un centro desde la derecha a los 6 minutos, la defensa del Rojo volvió a enseñar sus falencias.
Las circunstancias invitaban a imaginar una jornada difícil, pero Bruno Antúnez, el arquero local, se encargó de darle una mano al Rojo. Falló en el control con el pie en la pretensión de salir jugando por abajo desde su área, permitió el anticipo de Luciano Cabral y el balón derivó hacia Giménez Rojas, que con un puntazo empató a los 14.
La rápida igualdad calmó los nervios y acentuó un dominio que Independiente ya había comenzado a ejercer, más por presencia y empuje que por buen fútbol. Apenas un ratito después, a los 20, un centro de Tarzia desde la izquierda encontró la llegada y el remate de Millán por el sector opuesto para pasar a ganar, y desde ese momento el partido solo tuvo el color que quiso ponerle el conjunto de Avellaneda.
La cuenta acabó en cinco. Sin una gran producción que la respalde y frente a un adversario de una fragilidad poco común en una competición internacional, pero que a Independiente, y a sus delanteros, les cayó como anillo al dedo para quitarse las preocupaciones y recuperar las buenas sensaciones, cuando todo comienza a definirse.