Encuentros con lo inesperado: hallazgos de una investigación sobre experiencias extremas

Encuentros con lo inesperado: hallazgos de una investigación sobre experiencias extremas. Foto: Redacción InfoArticulos

Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) son eventos en los que las personas reportan haber experimentado una sensación de separación de su cuerpo y una visión de su entorno desde una perspectiva externa. Algunos investigadores creen que estas experiencias son verdaderos encuentros con un más allá, mientras que otros proponen explicaciones científicas basadas en procesos neurológicos y fisiológicos. Una teoría propuesta por siete investigadores sugiere que las ECM se derivan de una explosión de sustancias químicas cerebrales llamadas neurotransmisores, y una activación de receptores específicos en el cerebro que producen una sensación de calma e imágenes vistas. Otra teoría sugiere que algunos aspectos de las ECM podrían deberse a una disfunción en la zona del cerebro responsable de combinar en una experiencia sensorial imágenes, sonidos, movimiento y nuestro sentido innato de dónde estamos. Kevin Nelson, catedrático de neurología de la Universidad de Kentucky, señaló que las personas pueden oír incluso cuando aparentemente no responden, y que los párpados de los pacientes suelen estar abiertos durante los esfuerzos de reanimación. Por lo tanto, pueden percibir la vista y el sonido en tiempo real pero, dado que su cerebro está perturbado por la falta de flujo sanguíneo, recordarlo como si procediera de una perspectiva superior a su cuerpo. Algunos investigadores creen sin embargo que estas experiencias son verdaderos encuentros con un más allá. Bruce Greyson lleva 50 años estudiando ECM y se enfoca en cómo los profesionales médicos podrían ayudar mejor a quienes pasan por eso a procesar lo que han vivido. Los médicos y las enfermeras suelen ser los primeros a los que los pacientes describen sus experiencias y, a veces, responden con desdén. La fe y la ciencia a menudo se confunden en este tema, en parte porque tiene un profundo valor emocional. No hay pruebas científicas de que podamos tener experiencia humana fuera del cerebro.