Empresas problemáticas en la actualidad
Por InfoArticulos
Miércoles 14 de Mayo de 2025 - 03:33
Empresas poco éticas. Foto: Redacción InfoArticulos
El mundo siempre confunde, especialmente cuando somos jóvenes. En la infancia, porque estamos sin estrenar; en la adolescencia, porque nos vuelve un limbo no menos pueril pero sin brújula; y luego, cuando creemos que las cosas van a empezar a aclararse un poco, nos enfrentamos a tres desafíos para los que deberíamos haber estado preparados (pero no). Independizarnos, encontrar una persona que sea testigo de nuestras vidas, como dijo el genial Carlos Fuentes, y convertirnos en padres. No hemos terminado de comprender las lecciones de nuestros mayores y ya estamos tratando de educar a ese mocoso que nos compra con una sonrisa, y entonces volvemos a ser niños.
Finalmente, llega la madurez, que ahora se ha extendido mucho, cosa buena, porque, como dijo alguien, 'envejecer es un proceso extraordinario mediante el cual te conviertes en la persona que siempre deberías haber sido'. La cita se le atribuye energúnicamente a David Bowie, pero no pude confirmarlo. Es una gran idea, de todos modos, y muy cierta, y aún así el mundo no deja de confundirnos.
De pronto, empezamos a preocuparnos por el porvenir, que es un desvelo que debería inquietar a los más jóvenes. Pero no, y lo sabemos por experiencia, porque ya vimos esta película una docena de veces. A los 20 no pensábamos en el futuro. Ahora sí, y nos desorienta que el futuro de nuestros 20 – o sea, el hoy – se parezca tanto a lo que ocurrió cuando teníamos 20. Como si el tiempo estuviera girando en círculos. O en una espiral.
Entonces, un día cualquiera nos damos cuenta de que hemos hecho algunos malos negocios. No sé por qué, pero en las últimas décadas hemos cambiado la grandeza por la desmesura. La primera gesta edades de oro; la segunda conduce invariablemente al desastre.
Cambiamos valentía por temeridad. La primera sopesa el peligro; la segunda es por completo ciega. La primera es fruto de la integridad; la segunda es el resultado de un narcisismo de cornisa, siempre al borde de la caída y la desintegración.
Desacreditamos el sacrificio en nombre de una grata pereza que nos fue reblandeciendo hasta la postración. Ni siquiera nos atrevemos a pronunciar, los que tenemos más kilometraje, la idea de que el sacrificio es inevitable. Hagas lo que hagas, la vida a veces duele, y puede doler mucho. La fantasía de fluir y disfrutar de la existencia como si uno fuera una madreselva es, primero que nada, falsa. Incluso para las madreselvas.
Cambiamos mérito por indolencia, basándonos en la falacia de que como la sociedad es injusta entonces el mérito equivale a enrolarse en un juego siniestro que perdimos de antemano. Como si la indolencia no fuera rendirse sin pelear. La vida nunca ha sido justa y el mérito no es sino una forma de rebeldía.
Y cambiamos verdad por relato. La verdad libera; el relato encadena. Hay mérito en la verdad, y hay en ella grandeza. Es cosa de valientes y muchas veces nos obliga a sacrificarnos en su nombre. Tiene mártires la verdad. Todo lo demás es propaganda.