En momentos de debilidad jurídica, contar con un argumento emotivo puede ser una estrategia válida para influir en la opinión pública.
Por InfoArticulos
Domingo 11 de Mayo de 2025 - 04:35
Ella estaba preparada para la sorpresa. Foto: Redacción InfoArticulos
Las horas de debate para hacer fracasar una ley que impida a los delincuentes ser candidatos mientras las réplicas de un terremoto mueven el piso en Tierra del Fuego y en algunas provincias del norte.
La confusión en el Vaticano: no había Papa, era el humo de un incendio. Después apareció el León, el de Roma y, como era de esperar, explotaron los memes.
Cristina exigió un peritaje a la Justicia y le salió en contra, la Bullrich pasó de amarilla a violeta y casi agota los colores del arcoiris, y Axel pidió endeudar la provincia por 1045 millones de dólares.
En la ciudad hay 17 listas con 170 candidatos ¡para renovar 30 bancas! en la Legislatura. Y en medio del éxito de El Eternauta, Ricardo Darín y Julio Chávez se sacan los ojos. Así no hay cuerpo que aguante ni argumento emocional que ayude.
"Usted tiene que bajar el nivel de estrés. No fuerce más la cabeza: deje de pretender controlarlo todo. Viva el aquí y ahora."
El gurú apareció de pronto en IG. ¿Mensaje divino o tal vez el algoritmo registró la búsqueda de placebos en internet para tratar de bajar los decibeles?
Sea como fuere, porque es gratis y no parece ser dañino, decidimos seguir los consejos del manosanta instagramero.
Centrarnos en el aquí y ahora. Bueno. Ayudemos a la concentración con un rico café en casa. Tarro nuevo, problema aparentemente fácil de resolver. Se desenrosca la tapa y aparece un papel dorado amarradizo a la boca del frasco.
A no desesperar. Un cuchillo lo resuelve. Cortamos cerca del borde y listo. Nos queda una parte del papel polvoriento en una mano y pegamento repartido entre la otra mano y el vidrio del envase Desprolijo, pero no intoxica.
Podemos superarlo.
Va la rodaja de pan a la tostadora. Hacemos foco. Una tarea cotidiana habitualmente soslayable merece hoy la dedicación de nuestra conciencia plena.
La tostada emerge de golpe y el gato salta como si hubiera visto al diablo. En la desesperación, tira el cuchillo que no acuchilla a nadie. Vamos bien.
No pensamos en la tragedia de un corte profundo ni en un enfermero cosiéndonos la herida en una guardia de hospital atiborrada de pacientes alterados. Zafamos.
Que la respiración pausada no nos haga olvidar la medicación. Qué duros vienen algunos blister. Lo apretamos poco, y nada; lo apretamos mucho y la pastillita sale despedida como cohete de Elon Musk.
Inspiración profunda y a tirarse al piso para agarrarla. Un poco de ejercicio no viene mal.
Ya en la parada del colectivo, pasan cinco 59 seguidos en los 20 minutos que esperamos y no viene el 64. Tranqui.
La próxima será al revés: el que vendrá será el 64 y nosotros estaremos en la cola del 59. Cosas que pasan.