El nuevo espectáculo del creador de De la Guarda mantiene su estilo aéreo, pero no logra capturar la emoción y pasión en la cancha que tanto ansían los aficionados.
Por InfoArticulos
Viernes 9 de Mayo de 2025 - 19:28
El entusiasmo en la cancha: un conjunto de buenas acciones que no logra capturar la pasión verdadera del fútbol. Foto: Redacción InfoArticulos
En un ritual show sin precedentes, Pichín Baldinu y su equipo nos presentan Hincha!, una creación que busca revivir la adrenalina del fútbol en un espacio escénico innovador.
Con performers sujetados con arneses, vuelan por el aire mientras se mueven a ritmos frenéticos o son bombardeados por chorros de agua. Es una experiencia que hace revivir la fantasía del hombre capaz de volar.
Baldinu y su equipo heredaron esta idea de cuando vieron el espectáculo Accions, de los catalanes de La Fura dels Baus, en el Festival Latinoamericano de Córdoba a principios de los 80.
En Hincha! ritual show, Baldinu se propuso un homenaje a los jugadores de la Selección Argentina, no solo en el último mundial ganado en Qatar, 2022, sino también en las anteriores Copas del Mundo que obtuvo la Argentina, en 1978 y 1986.
El resultado es un show que se convierte en un gran juego de artificio, con música estridente y bombos que retumban al ritmo del baile de sus protagonistas. Banderas se despliegan fervorosamente por las dos tribunas que circundan el espacio escénico.
Los performers simulan una puja entre fanáticos e intérpretes que juegan como en un pelotero un partido con una pelota gigante, pero no consiguen despertar el entusiasmo y el fervor típico de cancha a los que observan.
El mayor contagio de adrenalina en el público se produce en aquellas escenas en las que los performers realizan sus bailes acrobáticos, mientras vuelan por el aire atados a sus arneses.
Con escenas que tributan a otros shows, como La tirolesa Obelisco, Período Villa Villa, o Doma, el show es un compendio de buenas intenciones, en el que poco o nada se puede identificar con el hincha de fútbol.
Una escena olvidable es la del niño que intenta jugar con una pelota, que se termina transformando en un robot. El público espera la típica y clásica habilidad de saber puntear una pelota, concretar un certero cabezazo o arremeter con un golazo al arco.
El espectáculo carece de esa vitalidad, esa adrenalina que corre por la sangre del hincha que queda afónico gritando a favor de su equipo. En ningún momento el público tuvo la posibilidad de gritar esa mítica palabra que lo resume todo para el hincha: ¡Gol!