El capitán Riquelme debe cambiar su estrategia y volver a confiar en el técnico original que lo dirigió desde un principio.
Por InfoArticulos
Martes 27 de Mayo de 2025 - 01:44
El entrenador Miguel Ángel Russo intenta calmar los ánimos en el equipo de Boca Juniors, que atraviesa por momentos difíciles.. Foto: Redacción InfoArticulos
Russo ya le habían comunicado que el Ciclón se desprendería de al menos seis futbolistas (entre ellos, Johan Román, Iker Muniain y posiblemente el arquero Orlando Gil) para afrontar la segunda parte del 2025. En San Lorenzo ya había llamado la atención que Russo no saliera a desmentir los rumores que lo vinculaban con Boca y que tampoco aseguró su continuidad en el club en la conferencia de prensa de este domingo, cuando no aseguró -ni descartó- su continuidad al frente del equipo: “No respondo nada, no tengo por qué hablar. Voy a hablar cuando yo lo diga, lo quiera y cumpla con todo lo que tenga que pasar (sic). Yo no escucho nada ni me interesa. Hay que saber hablar y decir las cosas. Lo que tenga para decir lo diré personalmente, no en público”. Luego, en un acto fallido señaló que, debido a la gran cantidad de bajas por lesión y convocatorias por la fecha FIFA, “a San Lorenzo” le iba a costar mucho el partido de Copa Argentina frente a Quilmes, casi que dando por sentado su salida. Este lunes, desde Boedo hicieron un pedido a la AFA para postergar ese encuentro y todo hace pensar que se aplazará finalmente para después del receso por el Mundial, aunque Russo convocó igualmente a sus jugadores para este martes por la mañana para agradecerles por el esfuerzo realizado y contarles de su propia boca los motivos de su adiós. Aunque no estuvo de acuerdo con su salida en 2021, Russo siguió en diálogo con Riquelme y en más de una oportunidad esperó el llamado desde Don Torcuato para hacerse cargo del plantel. Miguel esperaba esta oportunidad y mucho más la posibilidad de dirigir a Boca en un nuevo Mundial de Clubes. La última participación del club fue justamente en 2007, con Russo como DT, cuando cayó 4 a 2 en la final con el Milan de Ancelotti. Será, para Russo y para Boca, un volver a comenzar, con el desafío de hacer un buen papel en el Mundial y devolverle al club la paz y parte de la grandeza perdida.