El discurso de la intolerancia: un enfoque para afrontar las diferencias

El discurso de la intolerancia: un enfoque para afrontar las diferencias - LA NACION

Por InfoArticulos

Viernes 9 de Mayo de 2025 - 16:59

El discurso de la intolerancia: un enfoque para afrontar las diferencias. Foto: Redacción InfoArticulosEl discurso de la intolerancia: un enfoque para afrontar las diferencias. Foto: Redacción InfoArticulos

La narrativa de la bronca que llevó a Javier Milei a la Casa Rosada comenzó a transformarse en la narrativa del odio. El paso de la bronca al odio no implica solo subirle el volumen a una canción que ya veníamos escuchando, sino una estrategia simplificadora efectiva. Es un antídoto para enfrentar las contradicciones crecientes que se generan en el ejercicio del poder. Un blindaje necesario en un momento en el que muchos adjudican al gobierno la responsabilidad por la caída de la ley de ficha limpia en el Senado.

Mantener viva la agenda de disputas no es algo nuevo en la política. El modus operandi del oficialismo es elegir rivales para focalizar su enojo. No importa el oponente, lo que hace falta es mantener viva la llama de la bronca antisistema. Por eso, Milei puede pelearse en el mismo día y con la misma intensidad con Cristina Kirchner o con un ciudadano común.

Ese fervor, esa ira verbal, es parte de un corrimiento brutal del límite del lenguaje: los mandriles son sometidos por leones. Se trata de invisibilizar las contradicciones apelando a la animalidad de las emociones más primarias.

El oficialismo conversa con el cerebro reptiliano de la sociedad, apela a lo más primitivo: el odio. Y funciona. Porque en el lenguaje de las redes genera interacción y domina la conversación pública todo el tiempo.

La constante fuerza de choque discursiva se ejecuta también frente a periodistas y medios ideológicamente cercanos, que, en muchos casos, hasta defienden parte del curso que emprende el barco de este gobierno. Estos son considerados los enemigos más peligrosos porque no solo desafían la pureza de la narrativa, sino que además se atreven a encontrar matices, complejizar los problemas, cuestionar métodos y sugerir alternativas.

La simplificación es, justamente, la llama que alimenta el odio. Para la política Jenna Bednar, la simplificación homogeneiza a las personas, suprime la diversidad de opiniones y, así, la democracia pierde la información crucial que necesita para adaptarse e innovar: deja de tener capacidad de respuesta.

La narrativa del odio es una fachada que busca tapar las contradicciones del gobierno. Es necesario que no se noten o, al menos, que como dijo Steve Bannon, asesor de Donald Trump, queden disimuladas en medio de una zona inundada.